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PERFILES

 Luz
Marina
Díaz

 

Es miembro de la Mesa Distrital de Participación y desde ese espacio ha sido impulsora del Fondo de Educación Superior. En el primer semestre del 2015, inició estudios superiores en Ciencia Política y Gobierno en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Con una sola frase sintetiza lo que significa para ella: “estoy encantada, es lo que he querido estudiar siempre”.

Es cucuteña pero la mayor de la vida la pasó en la zona rural de Aguazul (Casanare) al servicio de la agricultura y la ganadería, hasta que en el 2004 fue desplazada por la violencia junto con su esposo y 3 hijos.

Su liderazgo lleva más de 10 años, pues tras llegar a Bogotá se incorporó a la Fundación Caminos de Paz, y desde allí ha promovido la inclusión social de las víctimas, tanto en el Distrito como en el ámbito nacional.  

La experiencia en el campo social es un argumento suficiente para que Luz Marina quiera enfocar su proyecto educativo hacia el empoderamiento de las mujeres para entregarles más herramientas que permitan su reparación y lograr lo que ella misma llama “liderazgo de la mujer para cambiar el mundo”.     

 

Vanessa Buitrago es una joven de 18 años, quien cursa tercer semestre de Comunicación Social para la paz, en la universidad Santo Tomás. Ella nació en Bogotá, vive con su mamá y sus hermanas y es víctima del conflicto armado desde el año 2000.

 

 

 

Vanessa Buitrago

 

Ella vivía en Florencia (Caquetá) con su familia, su madre trabajaba allí como Directora de una ONG, encargada de ayudar y apoyar a víctimas de las minas antipersonas. Su mamá les ayudaba a estas personas a viajar a la ciudad de  Bogotá para que les fuera posible a ellos poder tener prótesis, y si era el caso realizar rehabilitación y tratamiento.

En una oportunidad la madre de Vanessa ayudó a un paramilitar víctima de una mina por lo cual empezó a recibir amenazas de grupos al margen de la ley.

Francisco Javier Angulo Estacio es un hombre de Barbacoas, Nariño, tiene 48 años y su familia está conformada por tres niños, Liliana Andrea, John Javier y Manuel Steven. En este momento está estudiando en la Universidad Cooperativa de Colombia, sede Bogotá y cursa séptimo semestre de Derecho.

Para él su carrera, es una actividad complementaria frente al liderazgo político ya que es líder Afrocolombiano. Ha sido víctima de la violencia por dos desplazamientos forzados  y precisamente por circunstancias políticas, el último desplazamiento se llevó acabo siendo presidente del Consejo del Municipio de Barbacoas, una situación muy incómoda y denigrante  con los grupos armados.

 

 

 

La familia Buitrago comenzó a recibir amenazas y  atentados en su residencia, a donde acudían personas al margen de la ley y les enviaban panfletos de amenazas, así mismo mientras estuvieron en el colegio las perseguían; tanto así que tuvieron que salir desplazados de la ciudad de Florencia dejando a un lado sus pertenencias y su vivienda; les tocó dejar todo e irse a vivir en el Huila. Desde ese momento hacen parte de la Unidad de Víctimas.

 

Vanessa eligió la Comunicación Social porque le permite desarrollarse en diferentes campos y crecer como persona, mediante el contacto con diversas personalidades. Le gusta la danza y en el año 2003 fue reina municipal del Bambuco en el Huila, le gusta compartir con sus amigos, lleva una vida normal y tranquila enfocada en sus estudios. Su familia está conformada por su mamá, su hermana mayor, Claudia que estudia Derecho, Angélica quien estudia Medicina y sus otras dos hermanas pequeñas, quienes están aún en el colegio.

 

Para Vanessa el Fondo de Víctimas para la Educación Superior, ha sido una gran oportunidad ya que gracias a este proyecto ella puede estudiar en una buena universidad, la cual está acreditada y en donde podrá tener una proyección social; esto le facilita aportar desde su campo al país, “El programa se llama Comunicación Social para la Paz y como lo dice su nombre está dirigida exactamente a la construcción de la paz”-menciona Vanessa. Ella piensa que la paz es un proceso que no se logra tan fácilmente, pero que tiene un fin y es una construcción constante en la que hacen parte diferentes personas, como estudiantes, profesores y toda la sociedad, que llegan a estar involucrados en dichos propósitos en donde se crea que la paz es posible y que se pueda construir  desde el hogar con una buena educación. Lo primordial para ella es poder aportar al país, aprendiendo de las experiencias vividas, para que más adelante pueda desarrollar sus capacidades en pro de las personas que han sido víctimas del conflicto armado.

 

Vanessa enfatiza que sin duda alguna un elemento fundamental en la construcción de la paz es la educación, porque un país ignorante nunca va poder progresar y mucho menos pensar en la paz para resolver los problemas de una manera diferente que no sea con las armas. La educación tiene que ser constante, igualitaria y equitativa, por eso el Fondo de educación construye paz porque ayuda a todas las personas que no cuentan con  los recursos suficientes y que han pasado por hechos de conflicto a los cuales eran ajenos.

Finalmente Vanessa cuenta que la labor que hace el fondo es increíble  porque no solamente ayuda a la formación como profesionales sino que da un apoyo psicológico y moral para reparar sus vidas. Además cree que es importante que las víctimas del conflicto armado, como ella, tengan la oportunidad de hacer parte de ese fondo, pues al brindar educación y apoyo al progreso de cada persona, se construye un mejor país con garantía de no repetición.

 
 
 
 
Francisco Ángulo
Su estadía en el consejo en Barbacoas en el periodo del 2003-2007 no fue la mejor, ha sido participe de tres situaciones adversas; la primera con autodefensas en la Vereda  de Buenavista en el municipio de Barbacoas, en otra oportunidad fueron plagiados por las FARC 12 concejales quienes fueron sometidos a un proceso político por los grupos guerrilleros, ha tenido que sufrir muchas circunstancias incómodas durante el conflicto que vive este país. No obstante llegó a Bogotá porque ya había estado antes en la capital, pero decide nuevamente regresar a Barbacoas para poder aspirar al consejo, porque este municipio es su tierra natal.
 

Cuando realizaba su quinto semestre de Derecho, estaba pasando mucho trabajo porque finalizar una carrera como ésta no es fácil, pero fue en ese momento en que apareció el proyecto de la Unidad de Víctimas y  para él ha sido una "gran bendición",  ya que lo ha fortalecido integralmente, en especial en el tema económico de la matrícula, pues para él es muy duro ser estudiante y padre de familia a la vez. Para Francisco, la sociedad no está preparada para acoger a las víctimas, pues está palabra es sinónimo de discriminación, no hay oportunidades y más cuando la víctima es afrodescendiente, entonces son dos limitaciones. Después de un tiempo, él quería aspirar a la alcaldía de Barbacoas,  “No son muchas las oportunidades, porque no hay garantía por parte del estado y no se puede invertir cierto dinero, si después de medio camino uno no sabe si deba desplazarse”- Menciona Francisco.

 

En el año 2007 su situación fue muy caótica en Barbacoas, él ya no tenía prácticamente donde dormir porque la persecución era incesante y toma la decisión nuevamente de llegar a Bogotá, en este momento vive en la localidad de Kennedy.

 

Él considera que el plan de ayuda a las víctimas debe mejorar, pues ha sido muy crítico frente a la cuestión de este proyecto, porque  como recién se estaba fortaleciendo, tienen áun falencias pero se ha venido ajustando. Lleva en el programa de víctimas tres semestres, los cuales le han generado muchas oportunidades y considera que tiene garantizada la terminación de la carrera. Debe algunas veces sacrificar el compartir con su familia, debido a la gran carga laboral y estudiantil que tiene.

 

Francisco consiera que este fondo educativo para las víctimas, es ideal para acceder y lograr terminar los estudios superiores, además de que "no es tan fácil ingresar, pues a las convocatorias se presenta mucha gente, y salir beneficiado es tener una gran bendición y oportunidad".

Daniela
García

Es oriunda de La Dorada (Caldas) y cursa cuarto semestre de Comunicación Social en la Universidad Minuto de Dios. Considera que “el Fondo de Educación Superior  me ha permitido volver a creer que puedo cumplir mis sueños”.

 

Quiere aportarle a la reparación integral de las víctimas desde la creación de un proyecto literario en el cual se cuenten sus historias. Está enfocado en la co-creación de contenidos donde las mismas víctimas exterioricen las situaciones que han pasado. Esta idea surgió luego de trabajar con la red de bibliotecas públicas de Bogotá en la campaña “lectores ciudadanos”.

 

Para Daniela, su proyecto “apunta a una de las cosas que tiene la Ley de Víctimas y es que haya hechos simbólicos que nos satisfagan y para que nos salgamos del imaginario de que una víctima es la que pide en los semáforos, porque somos mucho más que eso”.

Tres hechos graves afectaron su infancia y adolescencia. En el 2003 los paramilitares desaparecieron a su padre biológico, posteriormente, su hermana mayor tuvo que irse del municipio porque el mismo grupo armado quería prostituir a las jóvenes, y en el 2006, fu familia se tuvo que desplazar debido a que el padre de crianza fue testigo de crímenes cometidos por los paramilitares en la región del Guarinó.

En su momento recibieron el apoyo del Distrito y gracias a algunos proyectos productivos su hogar se logró estabilizar socioeconómicamente en Bogotá.

Daniela cree en la paz y considera que hay que invitar a los colombianos que no han vivido el conflicto, a creer.  

A través del Fondo de Educación Superior ella ha vuelto a creer en su sueño de ser periodista, el mismo que empezó a construir desde muy niña en su natal Dorada cuando trabajaba en radio y televisión locales.

Juan Camilo Cadavid

Juan Camilo Cadavid Montoya tiene 34 años, nació en el corregimiento de Bolombolo en el suroeste de Antioquia. Vive con su familia la cual está conformada por su esposa, una niña de 12 años y el menor, un varón de 10.

 

En el año 2011 fue desplazado de su lugar de nacimiento, por una ola de violencia que se vivía por parte de los grupos armados al margen de la ley. Adicionalmente él sufre de una discapacidad física desde los dos años de edad debido a las secuelas de poliomielitis,  debe utilizar muletas y aparatos ortopédicos para caminar.

Juan Camilo realizó una carrera técnica como auxiliar contable cuando llegó a la ciudad de Medellín, al poco tiempo, el 05 de Diciembre del año 2014 se graduó como administrador de empresas de la Universidad Católica del Norte, aprovechando el beneficio del Fondo de eduación superior para las víctimas.

 

Actualmente labora como auxiliar administrativo en la Universidad de Antioquia, en Medellín. Entre sus pasatiempos favoritos están la música y pasear. Como buen paisa es un fiel hincha del Atlético Nacional.

 

Juan Camilo considera que el crédito por parte de la Unidad de Víctimas y todos los entes encargados, es un gran beneficio, porque el 100% de la población desplazada de este país, es la más vulnerable, ya que normalmente son personas de estratos uno o dos y por lo tanto no van a tener un recurso económico para hacer una carrera profesional. Debido a que es un proyecto que hace poco inició, le faltan muchos ajustes, y espera que cada día reparen integralmente a más víctimas del país

 

CRÓNICA

JULIAN PANTOJA

Por: Vanessa Acosta

“Si se les enseña a  los niños, a los estudiantes, a los maestros, abogados, fuerza pública, y demás población civil, qué es la sexualidad, el enfoque de género y todo lo relacionado con la diversidad, se tendrá una sociedad más tolerante ante las personas LGBTI, y los índices de odio y de agresión se van a reducir. Si se educa y se descentraliza la educación, nuestro país va a progresar, porque cuando una persona tiene educación, es más culta y es más tolerante y en la sociedad puede vivir en paz”

 

Víctima del conflicto armado colombiano por desplazamiento forzado, amenazas y violencia sexual.

 

Oriundo de Villarica, Tolima, Julian Pantoja, de familia evangélica  habitó en varios corregimientos de Cundinamarca, para luego regresar a los 10 años a Tolima al corregimiento de la Aurora, dónde cursó sus estudios de primaria y secundaria; al ir finalizando su etapa escolar su madre, con quien tiene las mejores relaciones y quien ha hecho lo imposible por darle la mejor educación y la mejor calidad de vida, tomó la decisión de presentarle a su padre Biológico que habitaba en Melgar, Tolima, esto debido a que para la época, en la zona de la Aurora, el Frente 25 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) reclutaba a los jóvenes que se graduaban de la escuela para ir a prestar ‘servicio’ con ellos.  Así entonces a los 15 años Julian se va a vivir con su padre a Melgar con el que no tiene la mejor relación ya que es una persona machista, y al ser Julian el único hijo hombre, él se niega a aceptar la inclinación no heterosexual de su hijo. Durante un año vive con su padre y luego decide irse a vivir a Bogotá, en donde se hospeda con un tío en la Localidad de Ciudad Bolívar, mucho más arriba del barrio Lucero Alto. Mientras Julian vivió con su tío trabajó en varias multinacionales de atención al cliente, donde empezó a recaudar dinero con la finalidad de habitar en otro lugar de la ciudad para que su calidad de vida mejorara.

 

Desde muy niño Julian siempre se sintió diferente a los demás, se ponía la ropa de su mamá, y se comportaba diferente; ella en varias ocasiones lo llevó al psicólogo para averiguar cuál era el “problema” que presentaba su hijo. Julian fue creciendo y dejó de asistir a la iglesia evangélica a la que asistía su madre, ya que para él era imposible creer en un Dios que rechaza a cierto tipo de personas. A los 16 años vuelve a acudir al psicólogo, en respuesta a una actitud de rechazo por su condición sexual, manifestándole que su problema era “hormonal”, esto llevado por la presión de su familia y de la sociedad. Él no se considera homosexual, pero tampoco bisexual, simplemente considera que no debe catalogarse, “Soy una persona a la que le gustan las personas, yo estoy con quien me siento bien”-menciona Julian. Él siempre ha tenido una buena relación con su madre y para él era inconcebible no contarle ni hacerla participe de su condición, así que un día tomó la determinación de contarle, y para su sorpresa su madre le contesta que ella ya sabía pero que estaba esperando que se lo contara; así entonces contó con el apoyo de ella desde el principio. Su madre le comentó a su padre, un hombre muy machista, de la condición de Julian y él decide llevarlo a un prostíbulo para que experimentara con una trabajadora sexual, él accedió pero sintió mucha culpa ya que su madre le había inculcado muchos valores y principios.

Próximo a su graduación de grado once, y junto a su grupo de compañeros, empieza a recaudar fondos para poderse costear el viaje de fin de año del colegio a Cartagena y Santa Martha, para lo cual organizaban bazares, rifas, campeonatos de microfútbol, entre otros. Un domingo mientras se llevaba a cabo el campeonato, en el corregimiento de la Aurora en donde la población convivía con grupos al margen de la ley, Julian empezó a beber cerveza incitado por alguien perteneciente a estos grupos, hasta el punto de que fue embriagado y abusó sexualmente de él.

 

En el 2009 decide presentarse para prestar servicio militar con el Ejército Nacional debido a que para conseguir un buen empleo, él necesitaba la libreta y no contaba con el recurso para pagarla y en vista de esa necesidad, a pesar de no querer prestar servicio, fue y se “regaló” y adicional a esto con el deseo de “hacerse hombre”, por la presión social hacía su condición. Como a todo aspirante para ingresar al Ejército, le practicaron pruebas de su estado corporal y a nivel emocional, en dicha prueba él salió no apto por no ser heterosexual.  En la entrevista con una psicóloga ella le preguntó a Julian, si él había tenido relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, él respondió que sí, pero para ese entonces él no había iniciado su vida sexual, sino que esa relación sexual con una persona de su mimo sexo no fue consensuada, sino fue por acceso carnal violento.

 

Julian inconforme por no haber pasado, sintió que sus derechos estaban siendo vulnerados y acudió a la oficina de derechos humanos del Ejército en donde contó su historia y ella buscó los medios para incorporarlo, pero no lo logró, de tal manera que Julian habló con el Capitán y Cabo de ese batallón, les comentó el caso y estos le dijeron qué se presentara nuevamente al siguiente reclutamiento y que cuando le hicieran la pregunta de las relaciones sexuales, no respondiera lo mismo que con anterioridad había dicho. Así fue, y Julian se incorporó a las filas del Ejército Nacional, en las cuales siempre se destacó y al culminar su servicio militar, el cabo de reclutamiento en una reunión le dijo a modo de felicitación: “Ese soldado aunque decían que era marica salió más hombre qué cualquiera”-recuerda Julian con cariño.

 

Julian recién llegó a la ciudad, fue a la Universidad Nacional de Colombia, donde quería estudiar al haber tenido la mejor prueba de estado Icfes de su colegio, pero él no tenía el recuso para presentar el examen de admisión.

 

Constantemente camino a su trabajo pasaba por la Corporación Escuela de Artes y Letras y llamo su atención para estudiar allí. Un día Julian toma la decisión de ir a preguntar por los programas académicos que ofrece la Corporación, allí conoce a la encargada de Crédito y Cartera, Mery, con la que rápidamente compaginó y quién le comentó acerca de todos los convenios de la Escuela para el financiamiento de la matricula escolar, Julian en ese entonces tenía un buen empleo pero no le alcanzaba para pagar una universidad. Él siguió visitando a Mery durante casi cuatro semestres, tratando de averiguar el modo de que él  pudiera estudiar una de sus pasiones desde muy niño, Arte dramático profesional, y ella se percató de las ganas y el empeño que Julian tenía para estudiar, así que en últimas decide hablar con el Rector de la Corporación y le dice que “Cómo ella lleva trabajando tantos años ahí, quiere ayudar a alguien”, y le pide media beca; el Rector accede y Mery se lo comunica a Julian quien a pesar de no  contar con el otro 50% que se requería, empieza a buscar la manera de financiarlo y de no desaprovechar esa oportunidad de estudiar una carrera profesional.

Desde niño siempre se sintió muy apasionado por el arte,  ya que participaba activamente de obras de teatro en su colegio, desde los cinco años cantaba en las diversas iglesias de su pueblo, y en donde hubiera algún espacio para realizar presentaciones artísticas, él participaba. Su primera incursión a nivel actoral fue a los siete años para una obra de teatro de la iglesia para navidad; tuvo que interpretar a un niño habitante de calle, solitario, que vivía de la bondad de las personas, para la noche de navidad, ese niño se quedó dormido en un parque y soñó como su vida podría ser diferente. A Julian lo marcó mucho está actuación no solo por el contenido de la misma, sino porque a su corta edad tuvo que aprenderse un texto de dos hojas que finalmente fue recompensado con los aplausos del público. Él sintió como podía ser diferente y hacer algo distinto a los demás niños.

 

Al finalizar el primer semestre de Arte dramático, empieza a empaparse de la ley 1448 ya que su mamá, hacía parte de unos cabildos que se llevaban a cabo en un centro de desarrollo comunitario ubicado en una localidad de la ciudad; su mamá sufre de una discapacidad que le impide entender algunas cosas, así que le pide a Julian que la acompañe a dichas reuniones ya que ella no comprendía los temas allí tratados. Él para ese entonces, estaba muy alejado del tema de las víctimas, ya que a pesar de ser reconocido como víctima él no se sentía como tal, porqué siempre ha tenido un empeño y unas ganas de progreso, que él considera que algunas otras víctimas no tienen. Finalmente empieza a acudir a las reuniones de los cabildos y se empezó a interesar por los temas que se trataban allí, y se dio cuenta que como él, había muchas personas más a las que les interesaba cambiar sustancialmente su vida, luchando por sus derechos e intentando hacer un cambio en la sociedad.

 

En los cabildos, se formó una organización de víctimas, en la que fue escogido como su representante, y la bautizó como “Víctimas en pro de sus derechos”. Para la época ya había salido la Resolución 0388 del 2013, que es por la cual se adopta un protocolo de participación efectiva de las víctimas del conflicto armado, y mediante mesas de participación efectiva de orden municipal, departamental y nacional son delegados por las mismas víctimas y sus organizaciones, representantes para la interlocución, retroalimentación, capacitación y seguimiento de lo dispuesto en la Ley 1448 del 2011. Julian se inscribe para hacer parte de la Mesa de participación Distrital y según el artículo 20 de dicha resolución se  establece la conformación de la mesa mediante la modalidad de cupos a proveer por hechos victimizantes y por sectores victimizados (enfoques diferenciales), es decir que había un cupo para un delegado que perteneciera a la comunidad LGBTI, y Julian fue el único que se inscribió por ese enfoque, así que fue aceptado automáticamente. Allí empezó a viajar a nivel nacional a las diversas reuniones de las mesas de participación, a Cartagena, Medellín, Pasto, entre otras; igualmente participó activamente en reuniones con el Ministerio de Justicia, Ministerio de Salud, Secretaria de Educación de Bogotá, Secretaria de Integración Social, Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte, Secretaria de Gobierno Seguridad y Convivencia, al igual que reuniones con entes internacionales, en los que el objetivo era generar propuestas para que la calidad de vida de las víctimas aumentara y realmente generara cambios en la sociedad.

 

A raíz de su participación en las Mesas de víctimas, Julian empezó a recibir amenazas, llamadas intimidantes de grupos al margen de la ley como las Águilas Negras, ha tenido abordamientos en motocicletas, en los que le exigen que deje de defender “a los maricas”.

Julian ingresa al Fondo de reparación para el acceso, permanencia y graduación en educación superior de población víctima del conflicto armado, para el segundo semestre de su carrera de Arte dramático, pero en principio le fue negado el crédito porque aparentemente no cumplía los requisitos o el formulario no estaba bien diligenciado, al él ver que estos argumentos no eran validos, tramitó una acción de tutela para ser favorecido con el crédito del fondo, la cual le fue negada, luego hizo la apelación y finalmente fue favorecido con su participación en el fondo educativo.

 

Actualmente Julian es contratista de la administración Distrital, en la Alta Consejería para los derechos de las víctimas, la paz y la reconciliación, en la que presta apoyo a las víctimas en una localidad de Bogotá, pero según la resolución 0388 del 2013 en el artículo 16, se dice en caso de ser funcionario público o contratista del Estado, a cualquier nivel, podrá hacer parte de la mesa de participación, solo sí sus obligaciones contra actuales no tienen relación directa con la política pública de víctimas, por lo cual Julian cede su puesto en la Mesa de participación distrital.

 

“Cuando yo termine mi carrera, en lo primero que pienso es en mi mamá, porque le puedo garantizar una mejor calidad de vida”- Julian Pantoja

 

Su pasión empezó a crecer por defender los derechos de las personas sexualmente diversas y a partir de una exposición de temática libre decidió dejar huella en sus compañeros y exponer sobre sexualidad, para lo que luego creó un blog (http://sexualidaddiversa.blogspot.com/2013/10/tabu-para-muchos-curiosidad-para-otros.html?m=1)

 

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